Abigail, en la mirada de su hermana menor

Abigail, en la mirada de su hermana menor

Nacer niña

Nacer niña en el área rural de Guatemala es el inicio de un camino tortuoso. Ya desde el embarazo, es frecuente felicitar a los padres si se espera un “varoncito” y lamentar si es una “nena”. El día del parto, muchas comadronas comunitarias cobrarán más si se da a luz a un varón, y cobrarán menos si se da a luz a una niña.

En muchas familias, esa niña será una carga que comerá las sobras una vez que acaben de comer el padre y los hijos, y que acompañará a sus hermanos varones a la escuela durante los primeros cursos de primaria. Hasta su primera regla. Con el riesgo del embarazo, la niña será sacada de la escuela y recluida en casa hasta que algún vecino, 5 o 10 años mayor, se fije en ella y se la lleve a cambio de un cerdo, una lámina para el techo, o una parcela. Y la dejará embarazada enseguida. En 2019, el 19% de los partos en Guatemala fueron de madres menores de 19 años y el 9%1 de niñas menores de 15 años.

Si bien esta trayectoria de vida es cada vez menos frecuente, a día de hoy sigue siendo representativa: 1 de cada 8 niñas del área rural queda embarazada durante su adolescencia2.

A las dificultades que todos los niños enfrentan al crecer en este contexto (52% de desnutrición crónica, 46% de trabajo infantil, falta de acceso a educación secundaria…) las niñas suman otras como la brecha salarial, violencia física, violencia psicológica, agresiones sexuales, matrimonios forzados (el 30%3 de las mujeres guatemaltecas se casan o unen antes de cumplir los 18 años y el 6% antes de los 15 años), alto riesgo en partos adolescentes4,… y el cuidado de los hijos. Si bien el número de hijos por mujer está reduciéndose drásticamente desde un promedio de 7 en 1970 hasta 3 hijos por mujer en 20165, es muy frecuente, en el área rural, que estos hijos sean de distintos padres que abandonan, uno tras otro, a la madre con los niños después del parto.

En este paisojo vemos a Abigail, de 15 años, reflejada en el ojo de su hermana menor. Como joven adolescente, Abigail ya es perfectamente consciente de que un paso en falso puede truncar por completo su proyecto de vida y empujarla a una espiral retroalimentada que acabe con sus perspectivas educativas y laborales, ponga en riesgo su salud y su vida, y la condene definitivamente a una situación de pobreza y marginación económica y social.