El mayor reto
En Guatemala solo estudia la mitad de la población entre 5 y 18 años1. El país no solo arroja los peores indicadores educativos de todo Latinoamérica; es que, además, estos datos están empeorando con los años.
Según datos del propio Ministerio de Educación2, la tasa neta de cobertura (por edad apropiada) en preprimaria lleva descendiendo paulatinamente desde 2009 hasta alcanzar en 2016 sólo a un 46,8% de los niños del país. Y en el caso de educación primaria, la tasa neta de cobertura lleva descendiendo paulatinamente desde 2009 hasta cubrir en 2016 sólo al 78,2% de los menores del país. No obstante, si no se tiene en cuenta la edad apropiada, el Ministerio de Educación estima que la tasa de cobertura en primaria es del 95% de la población.
El promedio de escolaridad en el país es de 5,4 años por persona (inferior incluso a los 6 años que dura la primaria). Esto se traduce en altísimas tasas de analfabetismo: según la UNESCO, 2,3 millones de habitantes (18,5% de la población) no saben leer ni escribir. Estos promedios nacionales se agravan muchísimo si consideramos sólo a las mujeres en el área rural, con algunos municipios con analfabetismo femenino adulto superior al 60%.
Pero, sin duda, la mayor fuga del sistema educativo guatemalteco se produce en la transición de primaria a secundaria. Si bien la Constitución reconoce, en su Artículo 74, el derecho y la obligación de estudiar secundaria básica a toda la población, lo cierto es que, una vez culminan los estudios en la escuelita primaria de su comunidad, a la mitad rural del país se le hace imposible acudir a los institutos de básico en la ciudad más cercana. De los estudiantes que consiguen acabar sexto primaria, un tercio no se incorpora a ciclo básico. La tasa de cobertura de educación secundaria obligatoria no llega al 50%. Y la tasa de cobertura de bachillerato se sitúa en un 26%3.
En este paisojo vemos un libro reflejado en el ojo de Darlin. Darlin, de escasos recursos, ha conseguido una beca de estudios con la que puede costearse “los pasajes” desde su comunidad hasta el instituto. Darlin se sabe una afortunada: aunque la ley guatemalteca establece la gratuidad de la educación secundaria, el 47% de los centros de secundaria y el 80% de los centros de bachillerato del país son privados.