Respirando humo
En Guatemala, más del 70% de los hogares sigue utilizando leña para cocinar1. Con hasta 6.500kg. de leña consumidos por familia al año (2,5 toneladas de CO2 por hogar), esta actividad supone el 75% del consumo de madera a nivel nacional. Además de un importantísimo impacto medioambiental, en forma de deforestación y emisión de gases de efecto invernadero, esta práctica provoca uno de los problemas más graves de salud en el país.
La típica casa familiar en el área rural consiste en cuatro paredes de madera, suelo de tierra, y techo de lámina metálica. Y en el interior, encendida durante todo el día y sin forma de ventilación, una hoguera sobre la que se calienta una enorme olla de frijol. Si no se está acostumbrado a este ambiente lleno de humo, no se aguanta más de 30 segundos hasta que empiezan a llorar los ojos y a picar la garganta. Y las mujeres y los menores (de 0 a 6 años) pasan en ese ambiente todo el día. Todos los días.
El Ministerio de Salud de Guatemala estima que el 30% de la población de estas comunidades rurales, especialmente mujeres y niños, sufre de enfermedades respiratorias y problemas pulmonares crónicos a causa de este humo. Un altísimo porcentaje de estas mujeres acaba desarrollando EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). La CEPAL señala que, además de las enfermedades pulmonares, este humo tiene incidencia también en la prevalencia de tuberculosis y cataratas.
En este paisojo vemos reflejado, en el ojo de una mujer indígena de Alta Verapaz, un fuego encendido en un interior. La OMS asocia esta práctica con infecciones respiratorias y muertes prematuras. Las infecciones respiratorias son la principal causa de muerte en Guatemala2.