Dualidad de sistemas sanitarios
En Guatemala no existe un sistema de salud único. En las comunidades indígenas del área rural, la medicina tradicional sigue siendo la alternativa más extendida frente a la medicina occidental del sistema público de salud.
Las dificultades, logísticas y económicas, de acceso al sistema público de salud, unidas a la falta de entendimiento y confianza en los diagnósticos y tratamientos de la medicina oficial, hacen que las familias resuelvan sus problemas de salud sin salir de su comunidad. Se calcula que más de la mitad de los partos en el área rural son atendidos en la propia comunidad y por la propia comunidad.
Desde la cosmovisión maya, se aborda el concepto de “salud” de una manera muy distinta a la que se maneja en el sistema oficial. Se trata de un concepto mucho más amplio que abarca, desde aspectos fisiológicos, hasta aspectos psicológicos, pasando por aspectos relacionales, sociales, y ambientales. Un crisol riquísimo donde se funden conocimientos empíricos en torno a propiedades curativas de plantas medicinales y baños de vapor, con creencias espirituales, como “males de ojo” o “awases”.
Las comadronas, hierberas, ahumadoras, sanadores, hueseros… son personas importantes en las comunidades indígenas, conocedoras del saber ancestral, y respetadas y escuchadas en cuestiones que van mucho más allá de dolencias físicas. Conectar a ambos sistemas de salud, para el fortalecimiento mutuo, para compartir aprendizajes, y para tejer redes de coordinación y derivación, es un reto inmenso y todavía pendiente. Según el informe de ICEFI de 2017: actualmente, el primer nivel de salud pública del país solo tiene capacidad para atender al 22% de la población.
En este paisojo vemos reflejado en el ojo de Chahim (“estrella” en maya q’eqchí’) su mano sosteniendo un cigarro. Chahim es ahumadora, perteneciente a la Red de Sanadoras, donde se apoyan mutuamente mujeres defensoras de la tierra y de los saberes ancestrales. El discurso de Chahim es de una potencia y una coherencia inconcebibles en la sociedad occidental. Con tono decidido, va hilvanando, tejiendo, conceptos aparentemente inconexos con una clarividencia y una agilidad que cuesta seguir. Tras una hora escuchándola, la sensación es realmente de “sanación”, de esperanza, de paz… y de fuerza. Mucha fuerza.