Desnutrición crónica
Guatemala es el país con la tasa de desnutrición crónica más elevada de todo Latinoamérica, y el sexto peor dato a nivel mundial. Uno de cada dos niños en Guatemala sufre desnutrición crónica, lo que influye en la tasa de mortalidad infantil (3,4%) y en el hecho de que un 40%1 de los niños menores de 5 años sufren anemia. Pero ¿qué es la “desnutrición crónica”?
Esta desnutrición no tiene su origen en la escasez de alimentos (desnutrición calórica), sino en la falta de variedad de nutrientes, con una alimentación en la que priman los carbohidratos (tortillas de maíz y arroz) y escasean las proteínas (desnutrición proteica). Esta falta de vitaminas, hierro y proteínas se agrava por las diarreas constantes que provoca la falta de acceso a agua potable, impidiendo una asimilación correcta de nutrientes y consolidando el perverso ciclo de la desnutrición crónica2.
La desnutrición crónica deja secuelas de largo plazo, generación tras generación: una madre desnutrida va a dar a luz a un bebé desnutrido; el niño o niña sufre retraso en el crecimiento (las guatemaltecas, con un promedio de 149cm, son las mujeres con menor estatura de todo el planeta3); su sistema inmune queda debilitado de por vida; las caderas de las niñas crecen demasiado pequeñas, aumentando drásticamente el riesgo de complicaciones y muerte durante el parto; el desarrollo neuronal no es adecuado (40% menor), lo que provoca problemas de atención y concentración y retrasos de aprendizaje, y afecta de por vida a su capacidad cognitiva y, por último, estas desventajas implican la condena de cubrir puestos de trabajo menos cualificados y peor remunerados, lo que perpetúa en la siguiente generación el ciclo combinado de pobreza y desnutrición crónica.
En este paisojo vemos unas mazorcas de maíz en la mirada de Alicia. Alicia es una lideresa maya q’eqchí’ que lucha por los derechos de los pueblos indígenas y por la recuperación de las semillas autóctonas frente a los transgénicos que inundan el mercado. El maíz, en sus cuatro colores (blanco, amarillo, rojo, negro) es el alimento sagrado de los mayas. Si los cristianos “provienen del barro”, los mayas son “los hombres del maíz”.