Un abuelo q’eqchí’, en la mirada de su esposa

Un abuelo q’eqchí’, en la mirada de su esposa

El abismo insalvable

Guatemala es uno de los países más desiguales del mundo. Su índice de Gini (uno de los indicadores más utilizados a escala global para medir la desigualdad de ingresos dentro de un país), sitúa a Guatemala en el puesto 181 de países con mayor desigualdad de todo el mundo.

Esta desigualdad abismal parece encontrarse en un punto de difícil retorno, ya que la sociedad se encuentra totalmente dividida en dos grupos muy distantes y claramente definidos: uno con unos ingresos muy elevados y otro que vive bajo el umbral de la pobreza extrema. Tanto es así, que el 1% de las personas más ricas tienen los mismos ingresos que la mitad de la población del país2.

A esta polarización, se suma la inexistencia de un ascensor social que permita a la población con escasos recursos poder incrementar su nivel socioeconómico. Las necesidades económicas familiares fuerzan a los jóvenes a abandonar los estudios para trabajar, por lo que su nivel educativo como padres será bajo y redundará en un bajo nivel educativo de sus hijos3Las familias quedan atrapadas en una trampa en forma de pobreza crónica que heredan generación tras generación.

Según Oxfam: “el crecimiento económico en Guatemala no ayuda a reducir la pobreza, porque detrás hay un problema estructural de gran magnitud: la creciente desigualdad económica y social. Los imaginarios racistas y sexistas, y el papel del Estado en perpetuar los privilegios para una minoría, han contribuido a preservar un sistema de concentración de la riqueza y el poder. Además, la captura del Estado por parte de las élites solo alimenta esta desigualdad, y evita que haya cambios políticos, sociales y económicos, que contribuyan al bienestar de toda la población.”

En este paisojo vemos a un “abuelo” de una comunidad q’eqchí’ reflejado en el ojo de su esposa. Tienen 12 hijos y 26 nietos, de los cuales, ninguno de ellos ha salido nunca de su municipio. No han probado el pescado en su vida. Y no conocen el mar.